La locura, fuente de creatividad

Uno de los bustos de carácter de Franz MesserschmidtSiempre he respetado a quienes la gente de la calle o los sesudos especialistas han tildado de «locos». La locura suele ser fuente de creatividad, y el escultor Franz Xaver Messerschmidt (1736 – 1783) es un buen ejemplo. Quizás no os atraiga su obra, quizás fuese uno más del montón.  Sin embargo, la realidad es que el paso del tiempo pone a cada uno en su sitio: El museo del Louvre le dedica una exposición monográfica, dentro del programa estacional que este año se pasea por el arte en el siglo XVIII.

Retratista de la Corte…
Messerschmidt nació en una familia de artesanos, en Baviera.  Después de aprender escultura con dos de sus tíos, en 1755 se matriculó en la Academia de Bellas Artes de Viena. Al poco tiempo consiguió un empleo en el Arsenal, donde aprendió a trabajar las técnicas de fundición de metales. En 1760 recibió un encargo para la realización de los bustos de bronce dorado de la pareja imperial, Francisco I y María Teresa.

Tras realizar un viaje de estudios a Roma, donde conoció a los grandes escultores neoclásicos europeos, regresó a Viena y se estableció como artista de la Corte. Allí se ganó respeto y admiración como retratista de figuras destacadas de la Ilustración vienesa. En 1769, fue admitido en la Academia de Bellas Artes como profesor asociado.

… Y del tormento
Pero su vida personal y artística daría un inesperado giro. Alrededor de 1771 su salud mental se fue deteriorando gradualmente y comenzó a esculpir cabezas expresivas en privado. Nunca quiso mostrar al público estas creaciones y en ningún momento se planteó ponerlas a la venta. De hecho, se mantuvieron en su estudio hasta su muerte.

Según el escritor berlinés Friedrich Nicolai, quien lo visitó, el artista dijo que estaba atormentado por los espíritus de la proporción. En realidad, Franz sufría un grave trastorno digestivo, que lo hacía sufrir física y mentalmente. Obsesionado, Messerschimidt se miraba en un espejo, pellizcando su cuerpo y mostrando todo tipo de expresiones para acto seguido crear los bustos conocidos como «Cabezas de carácter».

En 1774, su solicitud de un puesto de profesor a tiempo completo era rechazada, debido a sus diferencias con la Academia y los problemas psicológicos que arrastraba. Profundamente herido por esto, se fue de Viena, llevándose con él sus primeras cinco cabezas de metal. Tras una estancia en Baviera, donde intentó establecerse como escultor de la corte, en 1777  se trasladó a Presburgo (hoy Bratislava), sede del gobierno del Reino de Hungría. Allí continuó su carrera como retratista tradicional, especializándose en la elaboración de pequeños medallones de alabastro.

Sin embargo, hasta su muerte en 1783, Messerschmidt continuaría emocionalmente volcado sobre su propia expresividad. Actualmente se conservan tan sólo una veintena de los 69 bustos esculpidos por este… ¿loco?.

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